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Ronda:
Historia de Ronda

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Época Musulmana

La conquista musulmana, llamémosle así para entendernos, a partir del 711, va a inaugurar un gran periodo para Ronda, convirtiéndose en un baluarte inexpugnable hasta 1485.Será, junto a su Serranía, un punto neurálgico, zona clave en el equilibrio militar de la época. Su situación estratégica y su emplazamiento inaccesible, serán factores esenciales que explican la capitalidad y centralidad que adquiere nuestra ciudad en un amplio territorio de influencia, convirtiéndola en una de las más importantes y pobladas de Andalucía entre esos siglos.

En los primeros tiempos de la conquista musulmana, Ronda apenas sufrió cambios con respecto a etapas anteriores, se seguía viviendo una cierta situación de abandono con respecto a aquella antigua ciudad romana, se trataba de un lugar estratégico que se había convertido en un buen refugio para sus habitantes hispanorromanos.

A la vez tiene lugar el asentamiento de grupos bereberes en la Serranía , donde su población debió ser muy importante si tenemos en cuenta la abundancia de topónimos que delatan su origen, sobre todo en lo que se le denominó la cora de Takarunna. Los bereberes traen consigo sus antiguos esquemas de poblamiento: hábitat rural disperso, en zona de clima duro, organizados en pequeñas entidades tribales y ferozmente independientes.

No queda constancia cierta de en qué momento fue Ronda conquistada por los musulmanes, algunos cronistas narran que cuando Tariq se dirigía hacia Écija dividió en tres cuerpos su ejército, uno de los tres a las órdenes de Zaide ben Kesadi se dirigió a las comarcas de la actual provincia de Málaga, en la que se podría deducir que estaría Ronda la cual se le resiste tenazmente, y en el abrigo de sus murallas se acogen los vencidos. Las sierras encrespadas y escabrosas que forman la Serranía , ofrecen asilo momentáneo a los dispersos. Levi Provençal recoge que el jefe bereber Zaide ben Kesadi al Sabsaki se apoderó, en agosto de 711, de la fortaleza a partir de la cual surgiría Izn-Rand Onda, la ciudad del castillo, que pronto sería un eficaz enlace con Gibraltar, capaz de asegurar la comunicación del jefe invasor Tariq con Mûsa, promotor de la empresa. Según el arzobispo Don Rodrigo (s. XIII) la pequeña pero fortísima ciudad de Ronda, edificada sobre la despoblada Laurus, fue cercada por las tropas de Abd al-Aziz, hijo de Mûsa, y resistió en un principio el asedio al abrigo de sus muros que acogían a centenares de rondeños cristianos resueltos a perder la vida, no sin que su gobernador el Comes Altfuns, antepasado que fue del famoso Omar Ben Hafsun, estipulase una rendición digna y honrada, extendiéndose muy solemnes compromisos, quedando sus vecinos la posesión de sus hogares y la guardia de su religión y sus cultos, resultando más como aliados que como vencidos. Al hijo de Mûsa le suceden una serie de gobernadores en unos años realmente convulsos. Con Al-Hurr (716) se procede a un nuevo reparto de las tierras serranas conquistadas a favor de las familias árabes (yemenitas y caisitas) con perjuicio de los bereberes. El gobernador Uqba (734-741) establece jueces independientes de los caudillos militares, fijando en Ronda el asiento de uno de ellos. Más adelante (hacia el 744) parte de los árabes que provenían de la Palestina moraron también en nuestro territorio, cuyos pintorescos valles, quebradas y ribazos les recordaban las angosturas del Líbano o las deliciosas vertientes del Carmelo. Se produce una serie de sublevaciones bereberes, motivada por la discriminación que esta etnia venía sufriendo por parte de los árabes.

Y paralelamente comienza a producirse lo que se llama Islamización de nuestras tierras, fenómeno paulatino y de duración plurisecular, cuya reducidísima velocidad y extensión iniciales fueron creciendo con el transcurso del tiempo, y no se consolida hasta la llegada del Califato de Abderramán III, donde nuestra ciudad pasa a convertirse en centro de atracción de población dispersa, y se lleva a cabo (922-23) una política de integración de los notables de la zona en la administración cordobesa por el propio Califa, que los trasladó hasta la capital del Califato para que formasen parte de sus cuadros administrativos. Práctica que ya se había iniciado con anterioridad en la época de Abderramán II, con la finalidad de acabar con la conflictividad social de Takurunna, integrando a sus hombres más destacados en las estructuras del poder del Estado.

De esta época (IX-X) son las dos Iglesias rupestres mozárabes más interesantes de la provincia de Málaga, Santa María de la Cabeza y la Oscuridad , en las afueras de lo que era el casco urbano, que mantuvieron el culto cristiano por estos lares.

La llegada de grupos bereberes no cesa a lo largo del periodo Omeya. Una entrada importante de norteafricanos se produjo durante el gobierno de al-Hakam II. Entre los grupos que penetraron en el al-Andalus, el de los Banû Ifran se dirige a la cora de Takurunna, y fundan un reino Taifa en el siglo XI, teniendo a Ronda como capital, acrecentando así su importancia histórica.

Años después nuestro territorio es anexionado al Reino de Sevilla por el abbadí Mutahdhid, tras el asesinato del emir rondeño Abü Nasr, hijo de Abü Nur.. A aquél le sucede su hijo Mutahmid, conocido como el "rey poeta", que llama a Ronda como: "el más florido florón de mi corona" .

El poblamiento de Ronda en esta época abarcará casi todo el cerro y comienzan a ocuparse otras zonas como las del barrio San Miguel, por ser paso obligado de entrada a la ciudad y zona donde incipientemente se iban instalando las actividades artesanales e industriales. Es por esta época cuando se construye el primer puente, el de las Curtidurías.

Es a partir del siglo XII cuando se va a producir una importante transformación en la ciudad, a través de nuevas construcciones de envergadura y de la propia expansión de su poblamiento con la creación de sus dos arrabales que se han venido denominando, según la época, de varias maneras: Bajo o Alto, Viejo y Nuevo o de San Miguel y del Espíritu Santo, ambos exteriores a la medina o ciudad islámica que se situaba en el cerro alrededor del castillo. En el primero de ellos se encontraban las instalaciones artesanales e industriales, donde también se ubicarán los baños mayores. Este barrio, también llamado de Las Mancebías o Bajo o de Las Curtidurías estaba situado entre las murallas de la Cíjara y las murallas de los Baños y era paso obligado, como hemos dicho, para entrar a Ronda desde Granada o Málaga, a través de la Puerta de la Puente , desaparecida en el siglo XX. Este tipo de actividades como los curtidos o alfares se ubicaban allí debido a la proximidad del río, puesto que para este trabajo se necesitaba agua y evacuarla también, ya que por su pestilencia tenían que estar alejadas de la población.

En el segundo arrabal se asentaba la población exterior, y traspasando sus murallas se encontraba el cementerio islámico (Puerta de Almocábar o del Cementerio), en los terrenos que hoy ocupa el barrio de San Francisco.

En la medina se planificarán los espacios alrededor de la Mezquita Aljama (hoy Santa María la Mayor ), la alhóndiga y la alcazaba, consolidándose hacia el Este las viviendas de la clase dirigente y más acomodada (como la Casa del Gigante, Palacio de Mondragón o la Casa de la Plaza Sor Ángela de la Cruz ). Es cuando se traza el asentamiento que prácticamente ha llegado hasta nuestros días y que todavía son en gran parte apreciables.

A finales de siglo XIII la ciudad estaba dominada por la influyente familia de los Banû al-Hakim, que nuevamente la declaran independiente.

La medina de Ronda queda consolidada en la época almohade, pero el gran impulso como ciudad se producirá en la etapa nazarí (siglos XIII-XV), pues nuestra ciudad se convierte en el baluarte más occidental entre las fronteras de los Reinos de Granada y Castilla, gozando de una cierta autonomía bajo el protectorado de los Banû Marín. Es cuando se fortifican los arrabales, se construye la muralla de la albacara que defiende el acceso a los molinos y se reforma, probablemente, todo el recinto amurallado de la medina.

A principios del siglo XIV desembarca el hijo del rey de Fez, Abomelic, con un formidable ejército, que en contraprestación por la ayuda recibida contra los ataques del ejército cristiano de Alfonso XI, se titula desde el primer momento rey de Ronda y de Algeciras. Pero éste muere en 1338 de manos del soldado jerezano del propio ejército de Alfonso XI, Diego Fernández Herrera.

Es en esta época cuando se construyen infinidad de aljibes y albercas para abastecer de agua la ciudad, y tallaron en la roca viva del Tajo la escalera que permitía subir a la Medina el agua, durante los largos asedios, del manantial de la Mina que manaba en el mismo lecho del río.