Se trata de la corrida de toros más relevante del calendario taurino, ya que en ella se conjugan una serie de factores que la hacen incomparable y especialmente singular.

La primera se celebró en 1954 con motivo de la conmemoración del II Centenario del nacimiento en nuestra ciudad del insigne creador de los cánones del toreo a pie, Don Pedro Romero. Tras una primera etapa incierta, ya que no se celebraron festejos ni en 1955 ni en 1956, a partir de entonces la cita se convierte en anual, exceptuando el año de 1963 por obras en la plaza, y da lugar a unas nuevas Fiestas con el nombre de nuestro torero, aunque ya por septiembre se celebrase desde tiempo inmemorial una feria con tal denominación mensual.

Quien encumbró esta corrida a lo que es hoy fue nuestro otro gran torero rondeño, Don Antonio Ordóñez, que a partir de 1957 y hasta 1980 –a excepción de un par de ocasiones- repetía cartel año a tras año, dibujando faenas gloriosas e inolvidables; primero como torero y más tarde también como empresario.

Antonio Ordóñez convirtió la Goyesca de Ronda en la Meca de la Tauromaquia , donde los más fervorosos creyentes de nuestra fiesta acuden año tras año. La dimensión de tan extraordinaria corrida hace que sea en un acontecimiento social de primer orden sin parangón alguno.

Para el aficionado se trata de una cita especial ya que la Goyesca supone principalmente un reencuentro con la historia de la tauromaquia, nada más y nada menos, que con las dos dinastías taurinas más grandes de la historia: los Romero y los Ordóñez; y en la plaza más legendaria y bella del mundo, nuestra Maestranza de Piedra; y todo dentro de una ciudad excelsa, nuestra Ronda, cuna del toreo, siempre bella y esplendorosa para cuantos nos visitan, y especialmente en este su día grande.

Aquí concurre, para orgullo nuestro, lo más auténtico y genuino de la tauromaquia, ya que en sus cincuenta años de historia han compartido cartel lo más importante del escalafón taurino del momento.