Fundado por los Reyes Católicos en el mismo lugar donde se situó el Real del monarca durante el asedio a la ciudad de Ronda.

La propiedad del lugar le correspondió en el Repartimiento de terrenos al noble Juan Dávila, por lo que llegó a ser normal que su familia, más adelante sucedida por Ovalle, mantuviera el patronato de la Capilla mayor del templo conventual.

Fue destruido durante la guerra de la Independencia , reconstruido y luego abandonado. Convertido en parte en cementerio por la Hermandad de las Ánimas y Santo Sepulcro, sólo se conservó la iglesia, hoy cerrada al culto.

El templo monacal de estilo gótico-mudéjar, muy deteriorado tras los sucesos de la guerra civil, sigue el modelo franciscano de la época y las pautas representativas del Protorrenacimiento, presentando de una planta de cruz latina, nave única, presbiterio elevado, cruceros y bóvedas de terceletes y crucería.

Esta iglesia fue restaurada en 1943 por el arquitecto Enrique Atencia Molina.

Lo más interesante de este edificio es la portada de estilo gótico-isabelino, en piedra berroqueña, con arco mixtilíneo formado por baquetones ricamente decorados con hojas de laurel, tallos entrelazados, hojas de cardo, todo ello enmarcado por alfiz. Encima de éste, y enmarcado por el cordón franciscano, lleva emblema de la orden de las Cinco Llagas y los escudos heráldicos a la Valona de los fundadores del monasterio el matrimonio Fernando Enríquez de Ribera e Inés Portocarrero, rodeados de decoración de cardina.