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Ronda:
Monumentos de Ronda

Puente Nuevo Convento de Santo Domingo Casa de los Condes de Santa Pola
Casa del Rey Moro Escalera de la Mina Palacio del Marqués de Salvatierra
Arco de Felipe V Puente Viejo o de Santa Cecilia Puente Árabe o de las Curtidurías
Baños Árabes Murallas de Ronda Jardines colgantes de Cuenca
Casa del Jalifa Minarete de San Sebastián Ayuntamiento
Iglesia Mayor Convento de Santa Isabel de los Ángeles Convento de la Caridad
Casa-Palacio de Mondragón Palacio de Moctezuma Casa del Gigante
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Convento de la Merced Monumento a la Virgen del Rocío Los Descalzos Viejos
Parroquia de Santa Cecilia Templete Virgen de los Dolores Convento Madre de Dios
Parroquia de Padre Jesús Fuente de los Ocho Caños Iglesia del Espíritu Santo
Puerta de Almocábar Convento de las Franciscanas Convento de San Francisco
Santuario de la Virgen de la Cabeza y Cuevas de San Antón Acueducto de la Hidalga Acinipo
Cueva de la Pileta
Convento de Santo Domingo

Palacio de Congresos y Exposiciones

Convento que fue de frailes dominicos, llamado en su fundación de San Pedro Mártir. En la escritura del fuero que concedieron los Reyes Católicos para el Regimiento y buen Gobierno de la ciudad de Ronda, a raíz de su conquista, y que aparece firmada en Córdoba el 25 de Julio de 1485, se puede leer una orden referida a la fundación de los dos Monasterios instituidos por Isabel y Fernando, el de San Francisco y el de Santo Domingo. Sabemos pues que la situación del Convento fue donde tuvo su real el conde de Benavente, que, según nos dice Moreti, se encontraba en las Huertas de los Molinos, debajo de los tajos del Mercadillo.

El Convento consta de varias partes. La principal, y casi la única que se conserva tal y como era -actualmente en restauración- es la iglesia, situada al sureste. La planta rectangular está dividida en tres naves, y destaca la central por su mayor elevación y anchura y por estar cubierta con armadura mudéjar de lazo policromas. El colorido también se extiende a los tirantes, en los que destacan una vez más los escudos de la orden dominicana y algunas palmas y coronas en la parte central. El artesonado de gran belleza se encuentra ennegrecido por el incendio que sufrió la iglesia en 1936.

La iglesia comienza a construirse después de la Conquista Castellana, y se continúa a lo largo del siglo XVI. Responde, por tanto, a un carácter híbrido en el que se mezclan elementos góticos con renacentistas y algunos manieristas, a los que se añaden varias restauraciones posteriores.

La otra parte del convento, de la que se conserva algo de su estructura antigua renacentista, es el claustro, situado a un lado de la iglesia. La obra de esta parte del Convento se puede situar en los últimos años del siglo XVI.

La distribución del resto del convento, podemos conocerla gracias al plano que del mismo realizó el maestro alarife Antonio Ordóñez en 1788. El claustro se comunicaba por el nordeste con la sala de profundis; de ella se pasaba al cuarto común y a las celdas. Por el suroeste, el claustro comunicaba con el refectorio de donde se pasaba a la despensa y a la celda de verano. En el lado opuesto a la iglesia se abren las escaleras de subida a la planta principal. A los lados de las escaleras quedaban los corrales.

En el siglo XVIII, al parecer, la comunidad cedió de motu propio parte del terreno del Convento para el ensanche del famoso Puente Nuevo, por hallarse situado en uno de sus extremos. El mismo Antonio Ordóñez en uno de sus informes dice que «pues la entrada única que hay para el uso del puente es muy estrecha, precisa un ensanche para darle paso a las gentes, cabalgaduras y carruajes».

En 1850 se demolió una zona del convento para hacer en el solar una nueva plaza de abastos para la ciudad. En 1936 la iglesia sufrió un incendio importante, que, sin embargo, no destruyó la totalidad de las estructuras de madera. Ya en los años 50 se instaló en el claustro una industria de fabricación de muebles, que ejecutó en el patio una nave industrial. En los años 80 se hizo cargo la Administración Autonómica del monumento, concluyendo las larguísimas obras de restauración en el año 2005.

Actualmente se ha convertido en el Palacio de Congresos de Ronda, rehabilitado para el uso de pequeños o medianos Congresos, Simposios, Convenciones, Jornadas, Muestras y Exposiciones. Con unas magníficas instalaciones, y sobre las que se ha logrado conservar el sabor, la paz y la tranquilidad monacal que tuvo en su primitiva función. Se trata de un edificio ideal para encuentros con un número no muy elevado de personas, y con unas instalaciones versátiles que permiten adaptarse a las necesidades del acto a celebrar.

Se encuentra en pleno centro de Ronda, en el conjunto histórico-artístico, dentro de lo que fue la antigua Medina musulmana, en un extremo del Puente Nuevo sobre el Tajo, auténtico emblema de la ciudad por su majestuosidad y belleza. Rodeado de unas vistas preciosas hacia el propio Tajo y la Sierra rondeña.